Parece que los resultados no están siendo tan positivos como se intentaba vender cuando se implantó este nuevo calendario escolar… ¿y quién se sorprende, me pregunto yo? Decir que de esta forma se valora más la evaluación continua y que las familias reducen los gastos de unas clases de verano no es más que decir lo que se quiere oír, a mi parecer, tanto a padres como a alumnos.
La realidad es que el final de curso fue caótico, sin tiempo para asimilar contenidos, acumulando examen tras examen y obteniendo finalmente unos resultados pésimos.
Pero este es un proyecto a dos años, así que si no cambia nada, este próximo junio habrá más de lo mismo.
Por cierto, y sí, de forma totalmente partidista por mi profesión, lo de demonizar a los centros que nos dedicamos a la formación privada diciendo que hacemos que los padres se gasten “los dineros en nosotros” me parece algo infantil y sin fundamento alguno. Necesitar apoyo escolar no denigra a nadie, nunca es un gasto sino una inversión en el futuro de los hijos, y hay más que suficiente oferta de precios como para que cada familia decida. Quizá con razones de más peso y una mejor organización por parte de los responsables de este fiasco, podría funcionar este nuevo calendario. En sus manos queda qué calidad va a tener la educación de nuestros jóvenes.
Como de costumbre, os dejo un par de interesantes enlaces de El Español y Diario Público comentando este tema.